¿Por qué hicimos este informe?
En Booster Mental acompañamos a deportistas, familias y entrenadores a entrenar la parte más importante del rendimiento: la mentalidad. Por eso, decidimos crear esta guía-investigación como una herramienta concreta para visibilizar una realidad que, aunque duela, necesita ser dicha: la violencia en el fútbol infantil y juvenil está normalizada.
Nos duele, sí. Porque vemos cómo gritos, insultos y presiones silenciosas destruyen lo que debería ser un espacio de juego, formación y disfrute. Nos duele porque muchos chicos dejan el deporte no por una lesión física, sino por una emocional. Por eso armamos este informe con datos, estadísticas reales y análisis profundo, basado en la provincia de Santa Fe (especialmente en la ciudad de Esperanza y su zona), para ayudar a entender lo que pasa, pero sobre todo para mostrar qué podemos hacer para cambiarlo.
No es solo un informe. Es un llamado. Es un mensaje. Es un abrazo.
La violencia en el deporte no empieza en la trompada. Empieza mucho antes: en el grito, en la presión, en esa palabra desubicada que creemos que “no pasa nada”. Y lo más doloroso es que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta, porque está normalizado.
Este informe busca mostrar datos duros, pero también abrir corazones. Porque no se trata solo de estadísticas: se trata de chicos que lloran en silencio, de padres que se van frustrados, de árbitros amenazados, de técnicos cuestionados, de un deporte que a veces se vuelve una guerra… cuando debería ser un juego.
Pero lo hermoso es que todo esto se puede cambiar.
Sabemos que detrás de cada grito hay una emoción que no supimos gestionar. Ira, frustración, miedo, deseo de protección o de revancha. Y también sabemos que esas emociones pueden trabajarse.
Si sos deportista y te cuesta controlar la bronca, pedí ayuda. No estás solo. No sos menos por tener emociones intensas. Al contrario: sos más cuando elegís crecer con ellas.
Si sos papá o mamá y sentís que te enoja que tu hijo “no rinda como esperás”, mirá adentro. Tal vez hay heridas viejas, sueños no cumplidos, frustraciones que quedaron sin cerrar. Este puede ser tu momento para sanar. Acompañando a tu hijo desde el amor, desde la presencia, no desde la presión.
Si sos técnico, árbitro, dirigente: tu ejemplo vale más que mil charlas. La manera en que ponés límites, cómo hablás, cómo actuás en la tormenta, educa más que cualquier teoría.